UN VIAJE INOLVIDABLE
Cuenta una vieja leyenda que un niño y su perro se perdieron un día en el bosque.
Manu tenía 10 años. Era elto, de tez morena y constitución delgada. Su pelo era castaño, tenía los ojos verdes y una sonrisa que le llegaba de oreja a oreja.
Su perro Tedy, era de color negro con manchitas blancas en el lomo.
Le encantaba jugar con su pelota y correr de un lado para otro.
Manu y Tedy vivían en una pequeña casa color marrón en medio de un bosque. allí todo era precioso, al escuchar el sonido de los pájaros, Manu creía estar en las nubes. Las ardillas saltaban de árbol en árbol y a veces parecía que estaban justo encima de Tedy.
El cielo casi siempre estaba soleado y muy rararamente llovía. Por las noches el silencio recorría todo el bosque.
Un día, Manu estaba aburrido y le preguntó a su madre si podía salir a jugar, pero ella se lo negó. Manu se enfadó porque tenía muchas ganas de jugar al fútbol, así que le puso la correa a Tedy y, sin que se diera cuenta su madre, abrió la puerta con cuidado y se marchó.
Manu llevaba mucho tiempo fuera de casa. Su madre empezó a sospechar porque no había ningún ruido allí. Subió a la habitación de su hijo y se dio cuenta de que no había nadie.
Tere, que así se llamaba la madre, se asustó y empezó a dar gritos llamando a su hijo.
Manu escuchó a su madre chillar y pensó que si ella salía de la casa y lo veía allí, se enfadaría mucho y lo castigaría sin jugar al balón una semana.
El niño cogió a su perro y se fue corriendo a otro lugar en el bosque, quería esperar un poco más y después decirle a su madre que no encontraba a Tedy y salió a buscarlo.
De repente, Manu escuchó un fuerte crujido y sin pensarlo dos veces salió corriendo asustado hacia su casa. Jadeando, paró de correr y se dio cuenta de que se había equivocado de camino y ya no sabía volver. Empezó a llorar desconsolado y estaba tan cansado que se quedó dormido.
Pasado un rato, escuchó una voz muy dulce que le decía:
- ¿Qué te ocurre? ¿Por qué llorabas?
Manu abrió los ojos y muy asombrado dijo:
- Pe...pe... ¿Pero tú eres un hada?
- Claro que sí, ¿nunca habías visto una? ¡Si estás en nuestro país! - respondió ella.
- ¿En vuestro país?
- Sí, ¿cómo te llamas?
- Me llamo Manu. ¿Y tú como te llamas? - preguntó.
- Yo me llamo alegría, pero todos mis amigos me dicen Aly. ¿Cómo has llegado aquí?
- Verás, salí con mi perro Tedy a jugar, escuché un crujido y muy asustado salí corriendo hacia mi casa, pero me equivoqué de camino y me puse a llorar. Tan cansado estaba que me quedé dormido, hasta que tú me has encontrado. - dijo Manu.
- Pobrecito, te habrás asustado mucho. Ven, te enseñaré mi país.
Aly, le enseñó a Manu su casa, a sus amigos y las costumbres en su país.
Él se quedó un poco extrañado porque se dio cuenta de que aquel lugar estaba dividido en dos partes, y le preguntó a Aly por qué.
Ella le explicó que hace muchos años, duendes y hadas convivían juntos, pero por una absurda pelea entre su reina y el rey de los duendes, que entonces eran novios, dividieron el país en dos partes y no tenían contacto unos con otros.
Manu le dijo que todo sería mejor si estuvieran juntos, así que preguntó a ambos reyes si podía organizar un gran partido de fútbol entre todos los duendes y hadas del país. Al principio se negaron completamente, pero después de que Manu les suplicase que lo hicieran aceptaron, pero le advirtieron que ellos no iban a ir, porque casi no podían ni verse.
Manu tardó una semana para organizarlo todo y acabar los preparativos para el gran evento.
Por fin llegó el día que duendes y hadas esperaban, el gran partido de fútbol. Los equipos saltaron al campo y empezó el juego.
Todo salió genial, tal y como Manu esperaba. El partido quedó empate. Después se hizo una gran fiesta entre todos y se dieron cuenta de que las cosas eran mejores y más divertidas estando duendes y hadas juntos.
Estaban muy contentos, pero todavía no podían tener contacto porque sus reyes seguían enemistados. Manu habló con los duendes y las hadas para que todos consiguieran que sus reyes se reconciliaran, aprovechando que dentro de poco sería el cumpleaños de la reina de las hadas.
El niño fue al palacio de los duendes para decirle al rey que los dejase organizar la fiesta de cumpleaños de la reina y convencerlo de que asistiera a ella. Este accedió a que los duendes colaborasen pero él se negaba a ir. Manu, con su insistencia y sus ruegos, consiguió que el rey aceptase su propuesta de asistir al cumpleaños y llevar un regalo.
Duendes y hadas se pusieron manos a la obra para preparar la fiesta y que estuviera perfecta.
Cuando llegó el día, todos le dieron una sorpresa a la reina al llegar a palacio, incluso el rey de los duendes. Este le entregó su regalo a la reina y se le enterneció el corazón al ver que se preocupó por ella en aquel día.
Los dos se dieron cuenta de que separados no iban a llegar a ninguna parte y se reconciliaron.
En agradecimiento a Manu por haber hecho que los dos se dieran cuenta de lo equivocados que estaban al no estar juntos, le concedieron un deseo. El niño les pidió que lo llevaran de vuelta a casa junto a su perrito Tedy.
Manu se despidió de los duendes, de las hadas y de Aly, la que se había convertido en una gran amiga suya para siempre.
Cuando llegaron al bosque, Manu y Tedy corrieron muy contentos a su casa, y cuando Tere los vio se puso a dar saltos de alegría al volver a estar junto a ellos.
Manu llevaba mucho tiempo fuera de casa. Su madre empezó a sospechar porque no había ningún ruido allí. Subió a la habitación de su hijo y se dio cuenta de que no había nadie.
Tere, que así se llamaba la madre, se asustó y empezó a dar gritos llamando a su hijo.
Manu escuchó a su madre chillar y pensó que si ella salía de la casa y lo veía allí, se enfadaría mucho y lo castigaría sin jugar al balón una semana.
El niño cogió a su perro y se fue corriendo a otro lugar en el bosque, quería esperar un poco más y después decirle a su madre que no encontraba a Tedy y salió a buscarlo.
De repente, Manu escuchó un fuerte crujido y sin pensarlo dos veces salió corriendo asustado hacia su casa. Jadeando, paró de correr y se dio cuenta de que se había equivocado de camino y ya no sabía volver. Empezó a llorar desconsolado y estaba tan cansado que se quedó dormido.
Pasado un rato, escuchó una voz muy dulce que le decía:
- ¿Qué te ocurre? ¿Por qué llorabas?
Manu abrió los ojos y muy asombrado dijo:
- Pe...pe... ¿Pero tú eres un hada?
- Claro que sí, ¿nunca habías visto una? ¡Si estás en nuestro país! - respondió ella.
- ¿En vuestro país?
- Sí, ¿cómo te llamas?
- Me llamo Manu. ¿Y tú como te llamas? - preguntó.
- Yo me llamo alegría, pero todos mis amigos me dicen Aly. ¿Cómo has llegado aquí?
- Verás, salí con mi perro Tedy a jugar, escuché un crujido y muy asustado salí corriendo hacia mi casa, pero me equivoqué de camino y me puse a llorar. Tan cansado estaba que me quedé dormido, hasta que tú me has encontrado. - dijo Manu.
- Pobrecito, te habrás asustado mucho. Ven, te enseñaré mi país.
Aly, le enseñó a Manu su casa, a sus amigos y las costumbres en su país.
Él se quedó un poco extrañado porque se dio cuenta de que aquel lugar estaba dividido en dos partes, y le preguntó a Aly por qué.
Ella le explicó que hace muchos años, duendes y hadas convivían juntos, pero por una absurda pelea entre su reina y el rey de los duendes, que entonces eran novios, dividieron el país en dos partes y no tenían contacto unos con otros.
Manu le dijo que todo sería mejor si estuvieran juntos, así que preguntó a ambos reyes si podía organizar un gran partido de fútbol entre todos los duendes y hadas del país. Al principio se negaron completamente, pero después de que Manu les suplicase que lo hicieran aceptaron, pero le advirtieron que ellos no iban a ir, porque casi no podían ni verse.
Manu tardó una semana para organizarlo todo y acabar los preparativos para el gran evento.
Por fin llegó el día que duendes y hadas esperaban, el gran partido de fútbol. Los equipos saltaron al campo y empezó el juego.
Todo salió genial, tal y como Manu esperaba. El partido quedó empate. Después se hizo una gran fiesta entre todos y se dieron cuenta de que las cosas eran mejores y más divertidas estando duendes y hadas juntos.
Estaban muy contentos, pero todavía no podían tener contacto porque sus reyes seguían enemistados. Manu habló con los duendes y las hadas para que todos consiguieran que sus reyes se reconciliaran, aprovechando que dentro de poco sería el cumpleaños de la reina de las hadas.
El niño fue al palacio de los duendes para decirle al rey que los dejase organizar la fiesta de cumpleaños de la reina y convencerlo de que asistiera a ella. Este accedió a que los duendes colaborasen pero él se negaba a ir. Manu, con su insistencia y sus ruegos, consiguió que el rey aceptase su propuesta de asistir al cumpleaños y llevar un regalo.
Duendes y hadas se pusieron manos a la obra para preparar la fiesta y que estuviera perfecta.
Cuando llegó el día, todos le dieron una sorpresa a la reina al llegar a palacio, incluso el rey de los duendes. Este le entregó su regalo a la reina y se le enterneció el corazón al ver que se preocupó por ella en aquel día.
Los dos se dieron cuenta de que separados no iban a llegar a ninguna parte y se reconciliaron.
En agradecimiento a Manu por haber hecho que los dos se dieran cuenta de lo equivocados que estaban al no estar juntos, le concedieron un deseo. El niño les pidió que lo llevaran de vuelta a casa junto a su perrito Tedy.
Manu se despidió de los duendes, de las hadas y de Aly, la que se había convertido en una gran amiga suya para siempre.
Cuando llegaron al bosque, Manu y Tedy corrieron muy contentos a su casa, y cuando Tere los vio se puso a dar saltos de alegría al volver a estar junto a ellos.
Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO.
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